Tal vez han escuchado de la crisis de mortalidad en Rusia que coincidió con la caída de la Unión Soviética, y que hasta hace poco se consideraba una emergencia demográfica. La historia breve es la siguiente: de 1990 a 1994 la tasa de mortalidad pasó de 11 a 15.5 fallecimientos por cada mil habitantes; es decir, un incremento de poco más del 40%. Un grupo poblacional especialmente afectado fue el de los hombres en edad de trabajar.
Estudiosos de este fenómeno han debatido sobre el efecto real que tuvo la transición de la ex-Unión Soviética hacia la democracia y el capitalismo. Entre los factores específicos relacionados con la transición que pudieron incrementar la mortalidad, se señalan: disminución del producto y el empleo; privatizaciones muy rápidas; estrés fisiológico y sicológico; incremento de la desigualdad; reducción de los precios relativos del vodka; y deterioro del sistema de salud.
Jay Bhattacharya, Christina Gathmann y Grant Miller, en su artículo The Gorbachev Anti-Alcohol Campaign and Russia's Mortality Crisis, cuestionan esta explicación y proponen como alternativa la suspensión de una campaña anti-alcohol implementada de 1985 a 1988. Esta campaña incluyó acciones del lado de la oferta y de la demanda, como: reducción de la producción estatal, restricciones en los horarios y lugares de venta, incremento de los precios oficiales, sanciones más duras por consumo excesivo, subsidios para otras actividades de entretenimiento, aplicación de programas educativos junto con la prohición de cierta publicidad, y mejores tratamientos por alcoholismo. En consecuencia, hubo una disminución de las ventas oficiales de alcohol muy superior al incremento de las ventas de alcohol ilegal. Los autores asocian la implementación del programa con 400,000 muertes evitadas anualmente y una reducción de 24% de la tasa de mortalidad.
Después de la cancelación de esta campaña por impopular y costosa financieramente para un Estado a punto de colapsar, la tasa de mortalidad aumentó rápidamente. En la gráfica se muestra la evolución de la tasa de mortalidad en Rusia.
Fuente: Bhattacharya, Gathmann y Miller (2013)
Llama la atención el rápido efecto que sobre el consumo de alcohol y la tasa de mortalidad se le atribuye a esta campaña. Pienso en el artículo clásico de Gary Becker y Kevin Murphy, A Theory of Rational Addiction, en el que concluyen que la elasticidad de corto plazo para sustancias adictivas es pequeña, mientras que la elasticidad de largo plazo es mayor; incluso más grande que la demanda de bienes no adictivos (aquí sobre la segunda ley de la demanda). Una posibilidad, consistente con el modelo Becker-Murphy, es que los consumidores perciban, erróneamente y muy al inicio, que el programa será permanente e implicará mayores costos asociados al consumo de alcohol, por lo que la elasticidad sería mayor debido a la complementariedad que hay entre las demandas presente y futura.
Para finalizar, es interesante que los autores concluyan que la eliminación de una política pública pueda ser más mortífera que toda una transición a la democracia y al capitalismo. Por otra parte, también advierten que la prohibición del alcohol no necesariamente implica incrementar el bienestar: la salud no es su único determinante y, aceptando el argumento de las adicciones racionales, restricciones demasiada severas sobre las elecciones de las personas podría causar más daños que beneficios.
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