domingo, 17 de septiembre de 2023

La inflación como fenómeno

La idea de que la inflación es mayor cuando aumenta la oferta de dinero es una de las primeras observaciones empíricas en economía. Nicolás Copérnico (1473-1543) sería uno de los primeros en señalarla y le siguieron Martín de Azpilcueta (1492-1586) y Tomás de Mercado (ca. 1523-1575), integrantes de la Escuela de Salamanca, así como Juan Bodino (1530-1596), John Locke (1632-1704), David Hume (1711-1776), entre otros. Estos pensadores estuvieron preocupados por el efecto que tendría en Europa la llegada masiva de metales preciosos provenientes de las colonias americanas de España.

Ya en el Siglo XX, Irving Fisher (1867-1947), probablemente el primer economista que fue una celebridad, formalizó esta noción en la teoría cuantitativa del dinero a traves de su ecuación de intercambio [i.e. MV = SpQ o, en su versión transacciones (T) para incluir depósitos bancarios, MV + M'V' = SpQ = PT]. En 1956, Milton Friedman (1912-2006) publicaría su artículo "The Quantity Theory of Money: A Restatement", señalando que si la demanda de dinero es estable, entonces la oferta de dinero determina el nivel de precios.

En las décadas de 1940 y 1950, la inflación en varios países de América Latina y otras regiones se había acelerado. Desde 1955, a fin de tener acceso a los recursos del Fondo Monetario Internacional (FMI) y lograr estabilidad de precios y crecimiento, algunos gobiernos latinoamericanos instrumentaron políticas de estabilización consistentes en reducir el gasto público, restringir el dinero y el crédito, devaluar la moneda y liberalizar la economía. En este contexto surgió el "debate monetarismo-estructuralismo" en América Latina, en el que el monetarismo se manifestó en el paquete de políticas del FMI y el estructuralismo se había desarrollado en la Comisión Económica para América Latina (Cepal).

En 1956, en la conferencia El desarrollo económico y la inflación en México y otros países latinoamericanos (aquí pdf), Juan F. Noyola (1922-1962) señaló:

La inflación no es un fenómeno monetario. Es el resultado de desequilibrios de carácter real que se manifiestan en forma de aumentos del nivel general de precios. Este carácter real del proceso inflacionario es mucho más perceptible en los países subdesarrollados que en los países industriales.

No basta sin embargo decir que la inflación es un fenómeno no resultante de desequilibrios reales en el sistema económico. Para comprender ese fenómeno es preciso disponer de una teoría o de una serie de categorías o herramientas teóricas. Pero el análisis de la inflación no puede quedarse en la aplicación mecánica, de esas categorías, y sobre todo cuando se trata de las que provienen de esquemas teóricos muy simplificados como el keynesiano o el sueco que explica la inflación en términos de sobreinversión o de un exceso de demanda sobre la oferta disponible ex-ante.

Hay sin duda otros enfoques más refinados que arrojan mucha luz sobre la verdadera naturaleza de la inflación; entre éstos cabe citar, como todos ustedes conocen, el análisis de Kalecki, que destaca la importancia de la rigidez de la oferta y del girado del monopolio en el sistema económico, y sobre todo planteamientos como el de Henri Aujac, que examina el comportamiento de las diversas clases sociales y su capacidad de regateo. Este último enfoque revela, con meridiana claridad, que la inflación no es sino un aspecto particular del fenómeno mucho más general de la lucha de clases.

Pero ni siquiera estos planteamientos nos pueden llevar muy lejos en la comprensión de los fenómenos inflacionarios en la América Latina, si no se introducen en el análisis una serie de elementos derivados de la observación de la estructura y del funcionamiento de la economía de nuestros países. Al introducir tales elementos, se llega a la conclusión inevitable de que la inflación es en cada país latinoamericano un problema específico y distinto, aun cuando puedan encontrarse una serie de rasgos comunes entre todos ellos. ¿Cuáles  son  los  elementos  que  deben  introducirse  en  el  análisis? En rigor, todos los que sean capaces de dar origen a desequilibrios en el sistema económico. Entre ellos existen elementos de carácter estructural, como la distribución de la población por ocupaciones y las  diferencias  de  productividad  entre  los  diversos  sectores  de  la economía. 

Existen  también  elementos  de  carácter  dinámico,  tales  como  las diferencias   del   ritmo   de   crecimiento   entre   la   economía   y   su conjunto  y  algunos   sectores  específicos:   las  exportaciones,   la producción agrícola, etcétera. 

Existen,  por  último,  elementos  de  carácter  institucional  sea  en  la organización  productiva  del  sector  privado,  grado  de  monopolio, métodos de fijación de los precios, grado de organización sindical; sea en la organización y el funcionamiento del Estado y en el grado y orientación de su intervención en la vida económica.

Para Noyola, funcionario de la Cepal y uno de los fundadores de la teoría estructuralista de la inflación, entre los desequilibrios reales causantes de inflación se encuentran rigideces de oferta, poder monopólico, lucha de clases (empresarios versus trabajadores), distribución de la población por ocupaciones, diferencias  de  productividad  entre  sectores económicos, diferencias de creciminto entre sectores y otros factores institucionales de la economía de un país. Para Noyola, la inflación en cada país de América Latina era un problema específico y distinto.

En 1963, Milton Friedman en su conferencia Inflation: Causes and Consequences. First Lecture (pdf) presentaría su famosa frase de que "la inflación es siempre y en todo lugar un fenomeno monetario". Friedman, quien era el principal referente intelectual del monetarismo y acababa de alcanzar el estatus de celebridad que alguna vez tuvo Irving Fisherprácticamente inició su conferencia con una definición de inflación:

By inflation, I shall mean a steady and sustained rise in prices. In this lecture, I shall deal primarily with open inflation, which is to say, an inflationary process in which prices are permitted to rise without being suppressed by Government price controls or similar techniques. […]

Esta definición de inflación de Friedman no contradice la noción de Noyola de "aumentos del nivel general de precios". Después de comparar experiencias inflacionarias en la India en la década de 1950 y de Estados Unidos durante la Guerra Civil, entre otros casos, concluyó su conferencia:

I have covered quite a lot of ground in this talk. The main points can, however, be summarised in a few brief propositions:

(1) Inflation is always and everywhere a monetary phenomenon.

(2) Inflation is not inevitable in the course of development.

(3) Inflation is not likely under current conditions to promote development, unless it accelerates, in which case it can be only a temporary panacea.

(4) As a tax on cash balances, inflation may be less bad than some other alternatives on some occasions, but it has very undesirable side effects.

Para Friedman, las fuentes de la expansión monetaria pueden ser muy diferentes en cada caso, pero imprimir dinero siempre provocará inflación sin importar las circunstancias, niveles de desarrollo y diseños institucionales. Pocos años después, en 1970, Friedman insistiría y elaboraría esta idea en su conferencia The Counter-Revolution in Monetary Theory (pdf):

7. In the short run, which may be as much as five or ten years, monetary changes affect primarily output. Over decades, on the other hand, the rate of monetary growth affects primarily prices. What happens to output depends on real factors: the enterprise, ingenuity and industry of the people; the extent of thrift; the structure of industry and government; the relations among nations, and so on.

8. It follows from the propositions I have so far stated that inflation is always and everywhere a monetary phenomenon in the sense that it is and can be produced only by a more rapid increase in the quantity of money than in output. However, there are many different possible reasons for monetary growth, including gold discoveries, financing of government spending, and financing of private spending.

9. Government spending may or may not be inflationary. It clearly will be inflationary if it is financed by creating money, that is, by printing currency or creating bank deposits. If it is financed by taxes or by borrowing from the public, the main effect is that the government spends the funds instead of the taxpayer or instead of the lender or instead of the person who would otherwise have borrowed the funds. Fiscal policy is extremely important in determining what fraction of total national income is spent by government and who bears the burden of that expenditure. By itself, it is not important for inflation. [...]

Friedman concede que en el corto plazo influyen en la inflación factores reales, pero en el largo plazo la inflación es siempre causada por un incremenento del circulante por arriba del producto. La política fiscal es inflacionaria cuando el gasto es financiado con creación de dinero.  

En las décadas de 1970 y 1980, la inflación elevada había regresado a América Latina y con ella, nuevas políticas de estabilización auspiciadas por el FMI. En su "Letter to Another Brazilian Finance Minister" de 1993, Thomas Sargent escribió:

Persistent high inflation is always and everywhere a fiscal phenomenon, in which the central bank is a monetary accomplice. A government administering a fiat paper currency has a intertemporal budget constraint that forces its central bank and fiscal authorities to cooperate, sooner and later, somehow. Persistent inflation is caused by a coordinated monetary and fiscal regime that calls for the central bank persistently to print currency to supply the fiscal authority with revenues via an implicit “inflation tax.” A central bank cannot by itself stop an ongoing inflation against the will of a fiscal policy authority determined to run persistent budget deficits, Indeed, a central bank determined to “go it alone” and to fight inflation with tight money in the face of persistent deficits can achieve only temporary gains in the battle against inflation, and at the cost of making inflation worse in the future. This outcome results because, in the face of persistent deficits, a central bank can achieve go-it-lone tight money only by forcing the fiscal authority to issue increasing amounts of interest-bearing debt: without an enduring fiscal adjustment, the monetary authority will eventually be forced to generate more inflation and to raise the inflation tax. This arithmetic is unpleasant, but it is also true.

Sargent elaboró sobre Friedman luego de haber analizado durante años la inflación en varios países de América Latina. La inflación alta y persistente, que se manifiesta en el largo plazo, requiere la coordinación de las autoridades fiscal y monetaria: la primera incurre en déficits fiscales y la segunda colabora imprimiendo dinero para pagar los deficits. Un banco central que decide luchar contra la inflación, pero sin el compromiso permanente de ajuste fiscal, será inefectivo en el largo plazo.

Abusando un poco: si analizamos las causas por las que un gobierno aumenta el gasto público sin preocuparse por controlar el déficit y un banco central termina monetiozando el gasto, parece que el siguiente paso es sostener que la inflación alta y persistente es siempre y en todo lugar un fenómeno político. 

sábado, 2 de septiembre de 2023

Silva Herzog, Hayek y la especialización de los economistas

Hace muchos años, al ingresar a la licenciatura en economía recibí un ejemplar de la “Homilía para futuros de economistas” del economista mexicano Jesús Silva Herzog (1892-1985), que al parecer fue publicada por primera vez en 1956 (texto aquí). En este ensayo, Silva Herzog ofreció su versión acerca de los conocimientos que debe adquirir los economistas y sobre las funciones que deben desempeñar en la sociedad. Luego de recordar la célebre frase de John Maynard Keynes (1883-1946) de que “la Economía es una materia fácil en la que son muy pocos los que logran destacar”, Silva Herzog escribió:

J. A. Schumpeter, en su obra póstuma titulada Historia del Análisis Económico, escribe que las herramientas del economista son la teoría económica, la historia económica, la sociología económica y la estadística. A mi entender hay que agregar la geografía, en primer lugar; y, en segundo, una cierta dosis de matemáticas y a guisa de complemento el resto de las ciencias sociales. Finalmente, no dañaría al economista adquirir algunos conocimientos generales sobre biología. Se dirá que estoy pidiendo demasiado y esto tal vez es verdad. Estoy pidiendo demasiado porque pienso en la responsabilidad del economista en la hora aciaga que estamos viviendo; porque conozco las posibilidades del economista de cuerpo entero para contribuir a superar la profunda crisis en que impotente se agita el hombre contemporáneo.

Pero no basta ser ilustrado para ser útil a la humanidad en general y en particular al grupo social en que se ejerce alguna acción rectora: es menester vivir preocupado por el grupo social y por la humanidad, por sus problemas vitales y por sus anhelos de superación. El que sólo sabe, no sabe para qué sirve lo que sabe, si no sabe sentir las palpitaciones del mundo circundante. Lo que me importa afirmar es que el economista sin preocupaciones sociales, sin un sentido social de la Economía, es un mutilado que se mueve en ámbito estrecho, sin alas en el pensamiento y sin capacidad constructiva y creadora. Es claro que no todos los economistas ni los aspirantes a economistas, tienen igual capacidad intelectual. Unos son o podrán llegar a ser buenos artesanos de la Economía, útiles como los peones en el juego de ajedrez; otros alcanzan o alcanzarán la categoría de técnicos distinguidos, aptos para manejar con seguridad y soltura la variada herramienta, y sólo unos pocos, ciertamente muy pocos, merecerán la honrosa designación de hombres de ciencia. Y el auténtico hombre de ciencia es aquel que vive poseso de un amor apasionado por la verdad y un hondo interés desinteresado por la suerte del género humano. Por eso todo hombre de ciencia verdadero es humanista y todo verdadero humanista es hombre de ciencia. El estrecho maridaje de las humanidades con la ciencia es la fórmula suprema de la cultura.

Retrato de Jesús Silva Herzog de 1977 por Felipe Cossio del Pomar (1888-1981).
Colección: Colegio Nacional de México.

Inmediatamente, Silva Herzog trató el tema de la especialización que deben tener los economistas:

No se me oculta la dificultad de que un economista abarque con amplitud y profundidad todos los campos de la Economía, por lo cual no puedo negar la necesidad de la especialización; más ésta, obviamente, debe ser posterior a los conocimientos generales a que arriba se hizo referencia. No se puede ser oftalmólogo sin conocer la anatomía y la fisiología del ojo, ni ingeniero especializado en la construcción de puentes sin saber matemáticas. Ya lo he dicho otras veces y me gusta repetirlo: no hay que ver el paisaje por una estrecha claraboya, porque será fragmentario y engañoso, sino por amplios ventanales abiertos a todos los rumbos.

Es noción elemental que no puede siquiera concebirse al especialista en moneda, comercio exterior, economía industrial o hacienda pública, sin una sólida base teórica, sin tener muy presente el espacio geográfico y sin contacto estrecho con la realidad del momento histórico.

Para Silva Herzog la especialización era ineludible, pero, en tanto la importante responsabilidad de los economistas para superar los problemas sociales, no debía estrechar sus miras. En otras disciplinas la especialización era permisible, pero en la economía no. 

"Friedrich August von Hayek" (1982) por Rodrigo Moynihan (1910-1990).
Crédito de la fotografía: National Portrait Gallery, London.

También en 1956, el economista austriaco (y de la escuela austriaca) F. A. Hayek (1899-1992), en “The Dilemma of Specialization”, se expresó en términos similares sobre que los grandes economistas necesitan más que conocimientos económicos:

It may well be that the chemist or physiologist is right when he decides that he will become a better chemist or physiologist if he concentrates on his subject at the expense of his general education. But in the study of society exclusive concentration on a speciality has a peculiarly baneful effect: it will not merely prevent us from being attractive company or good citizens but may impair our competence in our proper field—or at least for some of the most important tasks we have to perform. The physicist who is only a physicist can still be a first class physicist and a most valuable member of society. But nobody can be a great economist who is only an economist—and I am even tempted to add that the economist who is only an economist is likely to become a nuisance if not a positive danger.

Entre los economistas, los beneficios de la especialización han tenido mucha atención desde los inicios de la disciplina. Adam Smith (1723-1790) apuntó que la división internacional del trabajo genera ganancias de especialización que, a su vez, profundizan la división del trabajo. Un círculo virtuoso hace que individuos, empresas y naciones exitosos lo sean cada vez más. No obstante, Silva Herzog y Hayek manifestaron su desacuerdo con la excesiva especialización dentro de la profesión debido al peculiar papel que asignaron a los economistas en la sociedad.

Nota: En un post anterior me pregunté "Homilia para futuros economistas" fue publicada por primera vez en 1961, pero, al parecer, fue en 1956.