domingo, 5 de junio de 2022

Reseña III: "Tu hij@ puede ser millonari@: Cómo formar los tres pilares financieros para lograrlo", de Juan Luis Ordaz Díaz

 

La relación entre el juego y las cosas serias ha sido abordada por muchos autores y pensadores con enfoques diversos. De manera célebre, el lingüista e historiador Johan Huizinga, en su obra Homo Ludens, sostuvo que las grandes ocupaciones humanas están impregnadas de juego. Para Huizinga, el juego puede ser lo más serio de la existencia ya que a través de éste los seres humanos comprendemos y podemos apropiarnos del mundo. Otros investigadores, usando enfoques experimentales y empíricos, han estudiado cómo las actividades lúdicas pueden ayudar a superar situaciones que ameritan tomarse con seriedad. En esta perspectiva, se identifica un problema, se propone un juego como herramienta de solución y se evalúa su efectividad. Uno de estos problemas serios se refiere a la relación que personas y familias tienen con el mundo de las finanzas. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera 2021, entre 2015 y 2021, la población adulta de 18 a 70 años que tiene o tuvo al menos un producto financiero, pasó de 52.1 a 56.7 millones. A pesar de este aumento, estos datos en realidad muestran que la cobertura de la población adulta que ha estado incluida financieramente se ha mantenido en alrededor de 68%. Todavía más, solo una de cada diez personas tiene o ha tenido los cuatro tipos de productos financieros formales: una cuenta bancaria, un crédito, un seguro y una cuenta de Afore. Los datos muestran una disminución en la posesión de seguros y cuentas de Afore entre 2018 y 2021, lo que implica una mayor proporción de la población expuesta a gastos catastróficos (por ejemplo, en salud) y a no alcanzar una pensión suficiente para el retiro. Entonces, tenemos un problema en busca de un conjunto de soluciones, que pueden ser públicas, privadas o una mezcla de ellas.

En Tu hij@ puede ser millonari@. Cómoformar los tres pilares financieros para lograrlo, Juan Luis Ordaz Díaz nos advierte de la insuficiente educación financiera y propone actividades lúdicas para encausarnos por el buen camino. Los lectores encontrarán en este libro consejos, herramientas, técnicas y, por supuesto, juegos que los ayudarán a lograr un mejor manejo de sus finanzas personales y familiares. Cuando estamos frente a un libro que se toma en serio la educación financiera, puede surgir la incógnita de si será complicado o aburrido. Este no es el caso con Tu hij@ puede ser millonari@, pues además de recurrir a algunos recursos para mantener una lectura fluida y amena —como anécdotas y algo de humor— logra convencer de que las finanzas personales no únicamente son más sencillas de lo que se piensa, sino que cualquiera puede enseñar las herramientas para mejorarlas. Como puede intuirse de su título, el libro se enfoca en ofrecer a los lectores, una mamá o un papá, conocimientos y herramientas para que puedan enseñar a sus hijas e hijos el manejo adecuado de sus recursos económicos, desde una edad temprana y de una manera divertida. Lo anterior se encuentra bien fundamentado en hallazgos de las ciencias cognitivas que indican que una persona aprende mejor sobre un tema cuando obtiene información a edades más tempranas, cuando se encarga de enseñar el contenido y el proceso de aprendizaje es divertido.

Algo que los interesados genuinamente en la educación financiera tienen que agradecerle al autor es que rehúye a contenidos triviales y a clichés motivacionales. Juan Luis Ordaz es un economista y director de educación financiera en una institución bancaria, además de conferencista y capacitador en esta materia. Sigue la fórmula de informarnos de su origen familiar y de algunas de sus iniciativas empresariales, pero no cabe duda de que estamos ante el libro de un experto. Los consejos, herramientas y juegos que presenta tienen un valor informativo, existe alguna evidencia que respalda su efectividad o los ha utilizado personalmente en los cursos que ha impartido. Su exposición se ve favorecida con una redacción fluida que alterna información útil con juegos en familia en los cuales el lector puede imaginarse participando en ellos. En algún sentido, el autor busca la complicidad del lector.

Juan Luis Ordaz presenta una aportación en el campo de la educación financiera consistente en un “modelo” que describe los tres pilares de la riqueza financiera, el cual amerita explicación. El primer pilar se refiere a la “atracción del dinero”. En este pilar debe empezar la educación financiera y es muy importante que esté fundado en una actitud positiva hacia el dinero. Casi todos recibimos desde la infancia mensajes de que el dinero es negativo —“los ricos son malos”, “el dinero es el origen de todos los males”, etc.— y que terminan arraigados en nuestras creencias. Esta actitud tiene la consecuencia negativa de que ya en nuestra vida adulta terminamos limitados en nuestras posibilidades de conseguir, mantener y hacer crecer el dinero. El autor nos invita a cambiar esta actitud y entender que el dinero es bueno no porque es un fin, sino un medio para alcanzar otros fines, como el de ayudarse a sí mismo y ayudar a otros. Esta actitud puede fincarse desde el seno familiar, con padres transmitiendo a sus hijos mensajes positivos sobre el dinero mediante actividades lúdicas y de convivencia familiar. Para poner un ejemplo, el libro presenta un juego que consiste en una lista de tareas adecuadas por rango de edad que permitirán a los hijos a acumular puntos dependiendo de la tarea que elijan. El propósito de esta actividad es inculcar en los niños la importancia de cumplir con responsabilidades que, en principio, podrían generar rechazo.

El segundo pilar consiste en la “administración del dinero”. La idea central es que administrar adecuadamente requiere aprender a ahorrar, gastar y proteger el patrimonio. El autor propone a los padres inculcar en los hijos dos actitudes importantes: primero, el hábito del ahorro y, luego, la responsabilidad del gasto. El ahorro es el fundamento del éxito financiero y generar su hábito tiene importantes beneficios cognitivos como el autocontrol, el sentido del orden o la imaginación. Al final de cuentas, ¿quién al ahorrar no imagina un mejor futuro y hace planes para lograrlo? En cuanto a la forma de cómo gastar responsablemente, el autor presenta la “paradoja del gasto”: las personas cuyos gastos sobrepasan el ingreso que perciben terminarán gastando menos, acumularán menos bienes, perderán y no aprovecharán al máximo su dinero. Invito a los lectores a conocer la exposición en el libro de esta paradoja y entender sus efectos perversos en nuestra tranquilidad financiera. Como en el primer pilar, el libro presenta dinámicas y juegos en familia para adquirir y enseñar a administrar el dinero. Por ejemplo, el “método de los cinco propósitos para el ahorro” tiene la finalidad de que los padres enseñen fácilmente a sus hijos a ahorrar mediante la obtención de una recompensa que los motivará a seguir ahorrando.

El tercer pilar es la “multiplicación del dinero”. Como podemos imaginar, este tema a la larga puede generar importantes diferencias entre ricos y pobres, puesto que los primeros cuentan con más recursos materiales e inmateriales para hacer crecer el dinero que obtienen. Además, los libros de educación financiera abordan con menos frecuencia este pilar y las familias lo trabajan menos, probablemente porque invertir requiere ya haber atraído y administrado el dinero. Sin duda, tener dinero es una condición necesaria para invertirlo; sin embargo, el autor aconseja educar en este pilar de manera temprana, ya que, como los otros pilares, aportará mayores beneficios conforme más pronto sea adquirido. Para darle contenido a este consejo, el autor ataca el mito de que se requiere mucho dinero para invertir. Al respecto, el libro presenta opciones de inversión asequibles para pequeños ahorradores, así como sugerencias de cómo los padres pueden transmitir enseñanzas sencillas sobre inversión a los hijos. En el proceso, los padres también aprenderán a invertir. Coincido en que en países como México las familias que no pertenecen a los segmentos de mayores ingresos tienen más opciones de inversión de las que normalmente se cree, que se ajustan a presupuestos no tan elevados. También, me temo, los trabajadores informales y de bajos ingresos no tendrán a su disposición más y mejores opciones para multiplicar sus recursos a menos que la inclusión financiera se vaya volviendo una realidad.

La conclusión es que padres e hijos no alcanzarán la riqueza económica a menos que tengan fuertes los tres pilares. Si el segundo pilar fuera el único que tuviéramos sólido, como usualmente se recomienda, y tuviéramos débiles los pilares primero y tercero, sabremos administrar lo que tenemos, pero seguramente este dinero será escaso ya que tendremos pocas posibilidades de ganarlo y no sabremos cómo hacerlo crecer. En este sentido, Tu hij@ puede ser millonari@ es un avance en la educación financiera, puesto que su autor pone a disposición de los lectores un conjunto coherente y amplio de conceptos y herramientas para mejorar sus finanzas personales. Ciertamente, estos lectores pueden ser mamás y papás comprometidos con la educación financiera de sus hijos, pero también pueden beneficiarse educadores que buscan transmitir estos conocimientos a audiencias más amplias. Si pudiera sugerir algo al autor, le pediría que continúe desarrollando su modelo de los tres pilares financieros añadiendo más juegos o actividades lúdicas sobre la multiplicación del dinero, tanto como ya están incorporados en los otros dos pilares. De hacerlo, los padres tendrán todavía más elementos para aprender y transmitir a sus hijos conocimientos sobre finanzas personales y, quizá, como sociedad adquiriremos una mejor herramienta para ser utilizada en instituciones educativas. Y así vamos de lo privado a lo público.

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