Es algo bien conocido, pero si hay alguna duda la página del Premio Nobel no deja lugar para ella:
The prize in economic sciences is not a Nobel Prize. In 1968, Sveriges Riksbank (Sweden’s central bank) instituted “The Sveriges Riksbank Prize in Economic Sciences in Memory of Alfred Nobel”, and it has since been awarded by the Royal Swedish Academy of Sciences according to the same principles as for the Nobel Prizes that have been awarded since 1901. The first prize in economic sciences was awarded to Ragnar Frisch and Jan Tinbergen in 1969.
Que el premio sea o no un Nobel y que más adelante desaparezca no tendría implicaciones importantes para la disciplina. Los economistas seguirán investigando y, más allá de la atención obtenida en una época del año en que se otorga un premio, los resultados de sus investigaciones tendrán la atención que se merezcan. Lo mismo si el premio algún día transita para premiar a todas las ciencias sociales.
Y creo que para resumir se puede referir como: "Premio Nobel en Economía".
Fair Division and Collective Welfare, de Hervé Moulin, mereció uno de las mejores recomendaciones para un libro de economía que recuerde. En la contraportada, aparece el siguiente comentario de Ariel Rubinstein:
¿Cómo promover el pensamiento en justicia social? La educación preescolar sigue siendo la forma más eficaz. Sin embargo, para economistas, filósofos y pensadores familiarizados con los argumentos formales, recomiendo contundentemente un curso o seminario basado en el magnífico libro de Moulin.
Es mi traducción al español. Rubén Martínez Cárdenas me informó sobre el libro y el comentario.
Rio de Janeiro Dancing Couple (1953) de Frank Horvath (1928-2020).
Celso Furtado (1920-2004) en una carta dirigida a Víctor L. Urquidi (1919-2004), de agosto de 1953, describiría a Lionel Robbins (1898-1984) como "um monetarista intransigente ainda que sofisticado” (ver aquí).
Mauro Boianovsky identifica a Roberto de Oliveira Campos (1917-2001) como el introductor de los términos monetarismo/monetarista y estructuralismo/estructuralista en la literatura en inglés sobre la economía monetaria (ver pdf). En Two Views on Inflation in Latin America (1961), Campos señaló:
In several Latin American countries now facing problems of acute inflation, there is a sharp theoretical and policy clash between two groups which, for want of better terms, I shall call the ‘monetarists’ and the ‘structuralists’.
Ante la visión de los estructuralistas de que el comportamiento “discrepante” de la inflación en los países menos desarrollados requería nuevos conceptos y herramientas analíticas, Campos preguntó retóricamente:
Is a new or modified theory of inflation, emphasizing supply inelasticities or bottleneck factors which are judged to be inadequately covered by the ‘demand-pull’ or ‘cost-push’ theory, in fact needed for the understanding of inflation in Latin America?
Su respuesta fue negativa y calificó a la aproximación estructuralista como un ejercicio de “innecesaria originalidad".
En 1963, estructuralistas y monetaristas se encontrarían en una conferencia sobre inflación y crecimiento en Río de Janeiro. Los organizadores eligieron a esta ciudad como sede por ser un territorio neutral: Santiago de Chile estaría bajo la influencia de la Comisión Económica para América Latina, la Cepal, y la Ciudad de México parecía muy afín a Norteamérica.
Carlos Eduardo Suprinyak y André Roncaglia de Carvalho cuentan la historia de esta conferencia (ver aquí).
No somos políticos. Creemos que nuestra decadencia tiene su origen n la propia forma de pensar de los argentinos, así que trabajamos sobre esa forma de pensar. Si nos metiéramos en la política institucional, como actualmente lo hacen otros liberales, el sistema nos comería crudos en seis meses. Sería tirar nuestro trabajo a la basura. La política no cambia nada; apenas legitima y legaliza algo que fue impuesto a la sociedad hace mucho tiempo, y que ahora, a su vez, emana de la sociedad. Por supuesto, los políticos, que son mentirosos profesionales, sostienen que la realidad se transforma desde la política. Es falso. La gente ya se divorciaba desde hacía décadas cuando [el expresidente argentino Raúl] Alfonsín propició la Ley del divorcio. Éste es el discurso permanente de los políticos: ustedes nos deben todo. Gracias a nosotros, que promulgamos la ley, se puede separar y divorciar. Pero no: apenas legitimaron, a través del monopolio legal que tiene el Estado, algo que ya surgía de hecho de la interacción entre los individuos.
Milei y Giacomini publicaron Libertad, libertad, libertad en 2019. Lo que siguió lo conocemos: en 2020 Milei anunció el inicio de carrera política, en 2021 fue elegido diputado nacional y en 2023 ganó la elección presidencial. Mañana asumirá como presidente de Argentina.
En un post anterior señalé que Milei aplicó durante su campaña presidencial el paleolibertarianismo, entendido como una estrategia política que en su versión pampera consistió en establecer una alianza entre libertarios y conservadores de corte nacionalista-militarista, así como emplear un discurso populista de derecha. Al quedar en segundo lugar en la primera vuelta de las elecciones (o segunda, según se vea), Milei se alió con el ex presidente Mauricio Macri y Patricia Bullrich, la candidata presidencial de la centro-derecha, quienes hasta ese entonces eran parte de la "casta política".
Puesto que Milei ganó la elección presidencial, este giro demostró ser eficaz y, ya como presidente electo, procedió a estrechar lazos con sus nuevos aliados. Necesitado de una mayoría legislativa y de policy makers, no solo nombró a personajes ligados a Macri en su gabinete económico, sino que la misma Bullrich será la próxima ministra de Seguridad y Luis Petri, el compañero de fórmula de Bullrich, ministro de Defensa. El significado político de estos nombramientos no deben subestimarse: durante la campaña presidencial. Milei señaló que los nombramientos en los ministerios de Seguridad y de Defensa recaerían en Victoria Villarruel, su compañera de fórmula. Esto sugiere un abandono o pausa del paleolibertarismo a favor de una alianza entre libertarios y conservadores-liberales.
Mañana, al tomar posesión, Milei anunciaría medidas para estabilizar a la economía argentina entre las cuales no estaría incluída una de sus principales promesas de campaña: la dolarización. Quizá reiterará que la dolarización "no se negocia", pero parece que la apuesta ahora es estabilizar mediante un programa ortodoxo en el que dolarizar no tiene cabida.
¿Milei logrará cambiar la realidad mediante la política y, de paso, evitar ser comido crudo? Lograrlo quizá requiera una alta dosis de pragmatismo.
Los economistas Celso Furtado, Regino Boti León y Juan F. Noyola, y dos mujeres sin identificar (circa 1953).
Fuente: Celso Furtado: correspondência intelectual - 1949-2004. Seleção, introdução e notas: Rosa Freire d’Aguiar. Posfácio:. Alencastro, Luiz Felipe de. São Paulo: Companhia das Letras, 2021. Este libro puede adquirirse aquí.
En su obra clásica El liberalismo mexicano en la época de Mora, el historiador Charles A. Hale (1930-2008) da cuenta que desde el inicio de la vida independiente de México se manifestaron dos enfoques opuestos sobre el desarrollo económico: uno "doctrinario" cuyos seguidores se adhirieron estrictamente a la economía clásica liberal inspirada en Adam Smith (1723-1790) y otro "pragmático" cuyos partidarios insistían en que la teoría de Smith no podía aplicarse rígidamente a las realidades mexicanas locales. La disputa en torno a la política arancelaria de 1822 y 1823 colocó a los doctrinarios a favor del libre comercio y a los pragmáticos a favor del proteccionismo. El escepticismo hacia la adhesión acrítica de teorías generadas en otras sociedades y contextos a la realidad local no sería exclusivo de los pensadores mexicanos, sino una obsesión en América Latina que alcanzaría un punto culminante con el surgimiento del estructuralismo económico en 1949.
El estructuralismo económico, desarrollado inicialmente por Raúl Prebisch (1901-1986), consideraba que, por un lado, existía una gran asimetría de poder entre el centro (los países ricos e industrializados) y la periferia (los países pobres y productores de materias primas) y, por el otro, había una tendencia de largo plazo hacia el deterioro de los términos de intercambio en el comercio internacional que perjudicaba a la periferia. La consecuencia era una brecha creciente entre los países ricos y los pobres.La conclusión de este diagnóstico fue que alcanzar el desarrollo requería transformar estructuralmente la economía mediante una estrategia de proteccionismo comercial e industrialización por sustitución de importaciones conducida por el Estado.
En un post anterior, señalé que Juan F. Noyola (1922-1962) se opuso a la idea de que la inflación era un fenómeno monetario, afirmando que esta respondía a desequilibrios "reales" específicos a la economía de cada país lainoamericano. Este economista mexicano, junto con Celso Furtado (1920-2004), Anibal Pinto (1919-1996) y Osvaldo Sunkel (n. 1929),fue uno de los iniciadores de la teoría estructuralista de la inflación como una explicación alternativa al monetarismo.
En primer lugar, de presiones inflacionarias "básicas” resultado de la existencia de algún desequilibrio sectorial que presionaba a algún precio clave. Estas presiones se originan casi siempre en dos sectores: el comercio exterior y la producción agrícola. Aquí, el aumento de algún precio era resultado de un factor "real", no monetario.
En segundo lugar, de “mecanismos de propagación” que facilitaban la transmisión del aumento inicial de precios de algún bien o factor productivo al resto de la economía, resultando en un aumento en el nivel general de precios. Entre estos mecanismos se encontraban el acomodo de las políticas monetaria y fiscal, así como la existencia de procesos de reajustes de precios, salarios e ingresos de rentistas. Aquí, la cantidad de dinero facilitaba o estimulaba que el aumento de algún precio clave se propagara a otros precios.
Prebisch nunca compartió la propuesta de Noyola y surgirían formulaciones posteriores , pero los economistas estructuralistas, en esencia, rechazaron combatir la inflación mediante disminuciones en la demanda, ya que consideraban que la única forma de eliminarla era erradicando los cuellos de botella que constituían los componentes básicos del proceso inflacionario. Las políticas de estabilización del Fondo Monetario Internacional podrían disminuir la inflación, pero a costa de un sacrificio en el nivel de actividad económica y un empeoramiento en la distribución del ingreso, lo que implicaba estrangular el desarrollo económico. En palabras de Noyola: “si la alternativa a la inflación es el estancamiento económico o la desocupación, es preferible optar por la primera, es decir, por la inflación”. Noyola era consistente con su teoría: al no haber medidas efectivas para combatir la inflación en el corto plazo, lo conducente era aprender a "vivir" con ella.
Juan F. Noyola y Ernesto "Che" Guevara en la Conferencia de la Organización de Estados Américanos en Punta de Este, Uruguay, el 5 de agosto de 1961.
Fuente: La pupila insomne y disponible en cubadebate.cu.
En 1976, Leopoldo Solís (1928-2021) elogió la penetrante descripción institucional de los estructuralistas, aunque lamentó que prestaran “poca atención al juego del sistema de precios relativos y a las variables financieras, áreas bien analizadas en la ortodoxia neoclásica”. Solís insistió que, al ser llevadas a la práctica, las medidas estructuralistas mostraron sus limitaciones: en lo concerniente al dominio de los precios y el dinero, violaron “reglas de política económica que cualquier economista ortodoxo hubiera previsto claramente y se produjeron reacciones indeseables que obligaron a cuestionar todas las bases del esquema estructuralista” (ver pdf).
Nora Lustig (n. 1951), quien en 1987 escribió sobre la transición del estructuralismo al neoestructuralismo, señalo que los economistas estructuralistas fueran complacientes frente a la inflación y desdeñaron las políticas de coyuntura: "Si la inflación era consecuencia de desequilibrios estructurales había que aprender a vivir con ella y combatirla como parte de la estrategia de largo plazo de erradicación de cuellos de botella" (ver pdf).
Ante las fallas del estructuralismo, en 1976 Solís pensó que los economistas latinoamericanos debían renovar sus intentos por comprender las “peculiaridades de nuestra realidad social” con base en una mejor teoría: el “neoestructuralismo, si pudiera llamársele así”, que incorporaría la rigurosidad analítica de la economía neoclásica y el análisis histórico institucional del marxismo. Once años después, Lustig veía en el neoestructuralismo emergente la continuidad de los propósitos de su precursor estructuralista de crecimiento e igualdad, pero tratando de evitar algunos de sus errores y excesos, aunque en el proceso podrían surgir otros defectos. Solís propuso una nueva teoría híbrida y Lustig parecía ver una adaptación pragmática de las ideas originales a los nuevos tiempos.
Como sea, se mantenía intacta la obsesión del pensamiento latinoamericano por generar ideas propias en oposición a la adhesión acrítica de teorías generadas en otras sociedades y contextos. Esta obsesión dificilmente morirá porque, en su afán de apoyar causas consideradas justas, siempre puede modificarse y aparecer con una nueva máscara. Es, pues, una obsesión cargada de ilusiones.
Juan F. Noyola, Ernesto "Che" Guevara y otros asistentes en la Conferencia de Punta de Este de 1961.
Javier Milei (n. 1970) es un economista argentino que obtuvo notoriedad como analista en programas de política en la televisión de su país. Milei, personaje televisivo, defendió el libre mercado con pasión, gritos e insultos. Impulsado por su fama televisiva, incursionó en 2021 en la política replicando un discurso que no conoce la moderación. Hasta ahora.
En las elecciones primarias del 13 de agosto pasado fue el candidato a presidente de Argentina más votado, lo que creo altas expectativas sobre sus posibilidades de ganar. El resultado de las elecciones de la segunda vuelta de hoy lo ubica ahora en segundo lugar en votos recibidos, detrás del candidato oficialista, lo que deberá moderar las expectativas de sus seguidores de cara a la tercera y definitiva vuelta electoral (ballotage o balotaje) del 19 de noviembre. El clima político en Argentina seguirá muy polarizado durante las próximas semanas.
Escribí lo que sigue para entender a Javier Milei, a partir de rastrear los fundamentos económicos de su pensamiento. El resultado consiste en cuatro pistas para entenderlo. Creo que este texto puede servir a economistas que, como yo, no son de Argentina ni están familiarizados con su política.
Economista de la escuela austriaca
Javier Milei es un economista de la Escuela Austriaca de Economía (EAE), una escuela heterodoxa de pensamiento económico opuesta a la teoría económica que se enseña en la mayoría de los libros de texto de Microeconomía o de Macroeconomía, o cuyas investigaciones se publican en la mayoría de las revistas académicas o journals (llámese: la corriente principal o el mainstream). En cuanto a la metodología, los economistas de la EAE prefieren exponen sus ideas mediante lógica verbal, con una tendencia a oponerse al uso de modelos matemáticos y técnicas estadísticas para formular y probar teorías económicas. Sus conclusiones suelen favorecer el libre mercado sobre intervenciones gubernamentales, de tal manera que tienden a oponerse a la planificación central y a muchas regulaciones. Incluso, un número importante de economistas de la EAE critican la existencia de los bancos centrales y, en cambio, pueden favorecer un sistema de banca libre o la privatización del dinero. Milei señala como sus principales referentes a Ludwig von Mises y Murray Rothbard sobre F.A. Hayek, lo que lo ubica en el ala de la EAE más crítica de la intervención del Estado en la economía.
Hay que tener presente que Milei se convirtió recientemente a la EAE. Todavía en 2012 publicó el artículo La Crisis Americana y una Interpretación Pigouviana en el Marco del "3-Equation Model" del Nuevo Consenso Macroeconómico (aquí), en la que argumentó que la oportuna coordinación de las políticas monetaria y fiscal en Estados Unidos salvaron al mundo occidental de una nueva Gran Depresión en 2008. Milei escribió en este artículo de 2012:
Si Usted se cruza por la calle con un americano y, en una cordial conversación, intentara explicarle que Barack Obama es el mejor Presidente de la historia de los Estados Unidos y que Ben Bernanke es digno de ser galardonado con el Premio Nobel de Economía, puede que no vaya a pasar un grato momento (ni le cuento si la persona en cuestión estuviese alineada con las ideas del Tea Party).
A principios de la década de 1990, Milei era un economista “post keynesiano con algo de estructuralista”, luego uno neoclásico y en 2013 se convirtió a la EAE después de leer Monopolio y competencia (pdf, 1962) de Rothbard. Se convencería de que había “engañado” a sus antiguos estudiantes de Microeconomía luego de concluir que el modelo de competencia perfecta era absurdo y que los monopolios son positivos cuando no son producto del poder coercitivo del Estado. Leería numerosos libros de economistas de la EAE y se volvería profundamente crítico, al grado del insulto, de la obra de John Maynard Keynes y del papel pernicioso de los bancos centrales.
Ser un economista austriaco no le impide sentir simpatía y admiración hacia algunos economistas que no lo sean, siempre y cuando estén próximos a sus afinidades liberales. Uno de sus perros se llama Murray (Rothbard), en honor a su principal referente intelectual, pero los otros se llaman Milton (Friedman), Robert y Lucas. Dentro de su equipo económico de campaña se encuentran economistas que se identifican con la llamada “escuela de Chicago”.
Liberal-libertario
Quienes tengan alguna referencia de la EAE no les debería sorprender que Milei se identifique como “liberal” o “liberal-libertario”. Mises y Hayek no se consideron únicamente economistas, sino herederos de la tradición del liberalismo clásico proveniente de Adam Smith, a la cual hicieron aportaciones no solo de teoría económica, sino también con obras filosóficas y de divulgación. Cercano a este espíritu, Milei adoptó una definición concreta de liberalismo:
El liberalismo es el respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo, basado en el principio de no agresión y en defensa del derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad […]
Sigue:
[…] cuyas instituciones son la propiedad privada, los mercados libres de intervención estatal, la libre competencia entendida como libre entrada y salida, la división del trabajo y la cooperación social […].
Milei tomó y, aparentemente, amplió y adaptó esta definición de Alberto Benegas Lynch (h) −la (h) se lee "hijo"−, a quién considera el “máximo prócer de las ideas de la libertad”. Benegas Lynch (h), doctor en Economía por la Universidad Católica Argentina y doctor en Ciencias de Dirección por la Universidad Argentina de la Empresa, es un académico, empresario educativo, autor de libros y conocido divulgador de ideas liberales y de la EAE en Argentina y otros países de América Latina. Su padre, del mismo nombre, llevó a Argentina a Mises y Hayek, y su hijo, también del mismo nombre y a quien llaman “Bertie”, es candidato a diputado en la provincia de Buenos Aires. La elección de Benegas Lynch (h) como referente es importante: refuerza el lugar central de lo económico en el pensamiento de Milei y lo vincula a una tradición liberal de larga presencia en Argentina y que está participando en su proyecto político.
A continuación, una conferencia de Benegas Lynch (h) en la que define liberalismo al inicio y el discurso de Milei cuando ganó las primarias y pronunció su definición de liberalismo al final:
En cuanto a que Milei también se describe como libertario, en Estados Unidos los libertarios (libertarians) se denominan así para distinguirse de los liberales (liberals) que actualmente en ese país se identifican con el Partido Demócrata y con la izquierda. Es curioso que los libertarios estadunidenses, al quedarse sin la etiqueta de liberales, tomaron su nueva denominación de los anarquistas socialistas. El término libertario está ganando aceptación en America Latina, aunque Benegas Lynch (h) prefiere usar la palabra liberal porque considera que en esta región su significado original no se ha alterado. Aunque otros podrían argumentar que hay importantes diferencias entre el liberalismo clásico y en liberalismo en su versión libertaria, creo que lo importante para lo que nos ocupa es que Milei, al describirse como "liberal-libertario" enfatiza su adscripción ideológica y lo identifica tanto con lo tradicional como con lo nuevo. Esto en cuanto a lo que puedo descifrar del contexto argentino.
Anarcocapitalista
Murray Rothbard (1926-1995)
Milei inició un viaje de ida que no terminó hasta convertirse al “anarcocapitalismo”. Término acuñado por Rothbard, el anarcocapitalismo es una filosofía política y una teoría económica que propone abolir el Estado en favor de una sociedad con sistemas de propiedad privada que son hechos cumplir por agencias privadas o empresas aseguradoras seleccionadas por los consumidores. En esta visión, debe privatizarse cualquier servicio que el Estado provea, como la educación, la infraestructura, la impartición de justicia o la defensa nacional. Puesto que los anarcocapitalistas apoyan la propiedad privada y empoderar a instituciones privadas, hay corrientes anarquistas que no los consideran anarquistas de verdad.
Es notorio que un anarcocapitalista tenga posibilidades de gobernar un país, lo que sería más o menos equivalente a que un anarcosindicalista sea el CEO de alguna gran empresa transnacional. En caso de llegar a la presidencia, ¿Milei intentará abolir el Estado argentino? No lo creo. Él ha expresado que es “anarcocapitalista de largo plazo y minarquista de corto” o “anarcocapitalista en lo filosófico y minarquista en la vida real”. A diferencia del anarcocapitalismo, el minarquismo reconoce que el gobierno debería existir, pero su tamaño, papel e influencia en la sociedad deberían reducirse al mínimo, por lo que probablemente intentará achicar al sector público argentino hasta donde le sea posible. Para ello, aprovechará que la estabilidad macroeconómica de su país requiere eliminar o reducir drásticamente el déficit público.
Paleolibertario
Milei ha sido calificado como ultraderechista, populista de extrema derecha e, incluso, fascista o nazi, asi como una amplia variedad de etiquetas que surjan de combinar palabras e incorporar prefijos. A riesgo de aumentar la confusión, para entender mejor a Milei deberíamos agregar a nuestro vocabulario el término “paleolibertarianismo”, acuñado por el teórico anarcocapitalista estadounidense Lew Rockwell y en cuyo desarrollo participó activamente el multicitado Rothbard.
¿Qué es el paleolibertarianismo? Una estrategia política que articula ideas libertarias opuestas al intervencionismo estatal con ideas conservadoras, a fin de diseñar y diseminar mensajes electorales atractivos para ciertos grupos de votantes. Esta propuesta surgió en Estados Unidos a finales de la Guerra Fría en 1989, cuando el Partido Libertario de ese país, en el que participaban Rothbard y Rockwell, nunca había logrado el 1 % de los votos.
Rockwell tomó al prefijo “paleo” para referirse a las raíces culturales estadunidenses −representadas por la autoridad social de la familia, la Iglesia o la comunidad− que debían recuperarse para ayudar a proteger al individuo frente al Estado y lograr una sociedad libre y virtuosa (aquí). Luego de aliarse con la New Left con base en un acuerdo táctico en libertades individuales y un anti-intervencionismo militar contrario a la Guerra de Vietnam, Rothbard daría un giro radical y propondría una alianza táctica con la Old Right reaccionaria al New Deal e, incluso, con grupos supremacistas blancos. En su panfleto de 1992, Populismo de derecha: Una estrategia para el movimiento paleo (aquí), presentaría la estrategia del paleolibertarianismo:
De ahí la importancia, para libertarios o para conservadores de gobierno mínimo, de añadir acciones ofensivas a su arsenal. No consiste simplemente en la difusión de las ideas correctas, sino también en la exposición de la corrupción de las élites gobernantes y de cómo se benefician del sistema existente; más específicamente, cómo nos están estafando: quitar la máscara a las élites dominantes es “campaña negativa” en su más fina y fundamental expresión.
Esta doble estrategia consiste en (a) formar un cuerpo propio de libertarios y partidarios del gobierno mínimo creadores de opinión con las ideas correctas, y (b) pulsar a las masas directamente y cortocircuitar a los medios de comunicación dominantes y élites intelectuales, para despertar a las masas populares contra las élites que les están saqueando, confundiendo y oprimiendo, tanto social como económicamente. Sin embargo, esta estrategia debe fusionar lo abstracto y lo concreto; no debe limitarse a atacar a las élites en abstracto, sino que debe centrarse específicamente en el sistema estatal existente, en los que ahora constituyen las clases dominantes.
[…] para ser relevante políticamente, debemos concentrarnos estratégicamente en aquellos grupos que están más oprimidos y que también tienen la mayor influencia social.
La realidad del sistema actual es que constituye una alianza profana de “liberales corporativos” de las grandes empresas y la élite de los medios de comunicación, quienes, gracias a un gobierno grande, ha privilegiado y formado una subclase parasitaria, que, entre todos, están saqueando y oprimiendo a la mayor parte de las clases medias y trabajadoras de Estados Unidos. Por lo tanto, la estrategia adecuada de los defensores de las libertades y paleos es una estrategia de “populismo de derecha”, es decir, exponer y denunciar esta alianza profana y hacer un llamamiento para que esta alianza pija-parasitaria-progre mediática nos deje en paz al resto: la clase media y trabajadora.
El paleolibertarianismo no tuvo mayor éxito electoral en Estados Unidos y, años después, Rockwell lamentó que sus antiguos aliados conservadores manifestaran sus más rasgos proteccionistas, militaristas y nacionalistas. No obstante, Rothbard definiría un programa con elementos que en Argentina, país asediado por la inflación y una mayor inseguridad, gozarían de actualidad: baja drástica de impuestos, desmantelamiento del Estado de Bienestar, “mano dura” al crimen, eliminación de privilegios a políticos y grupos minoritarios, abolición del banco central, etc.
Entender que paleolibertarianismo es una estrategia ayuda a comprender que Milei −un economista austriaco, liberal-libertario y anarcocapitalista− "tiene permiso" para aliarse con actores con quienes no comparte todas sus ideas, pero que pueden contribuir al crecimiento de su proyecto político y a lograr lo fundamental. La candidata a vicepresidenta de Argentina en la fórmula de Milei, Victoria Villarruel, cuando se le preguntó si se consideraba libertaria, respondió: “En algunas cosas me siento libertaria, por supuesto, pero lo que más me siento es argentina”. Hija de un militar, Villarruel apoya aumentar el presupuesto del ejército y es abiertamente nacionalista, cosas que difícilmente pueden atribuirse a Milei y que se oponen directamente al ideario de Rothbard.
Estamos ante un relanzamiento del paleolibertarianismo con características pamperas. Pero no hay que olvidar que, al final de cuentas, se trata de una alianza política entre liberales-libertarios y nacionalistas-militaristas que se anticipa inestable, por lo que no necesariamente será eterna o, en caso de lograr éxito, se cimentará permanentemente en las ideas fundamentales de Milei.
En un post de 2013 escribí sobre la crítica que Douglass North hizo a la llamada teoría economía neoclásica en su Nobel Lecture de 1993. El entonces principal exponente de la nueva economía institucional diagnosticó que la teoría neoclásica era inapropiada para analizar y prescribir políticas que fomentaran el desarrollo debido al supuesto de racionalidad, el cual debía desmantelarse. En sustitución, propuso adoptar una aproximación cognitiva/institucional.
Considerando que North ganó el Premio Nobel en 1993, planteé si 20 años después el análisis económico había cambiado en la dirección que le hubiera gustado. Consideré que en ese entonces era difícil que economistas de la “perspectiva dominante (neoclásica/neokeynesiana)” no estuvieran de acuerdo con la importancia de las reglas del juego para explicar el desempeño económico y que, sin duda, la economía del comportamiento (behavioral economics) estaba ganando adeptos. Probablemente estaba ocurriendo una integración entre estas perspectivas.
Ese año, Barry Eichengreen escribió Our Children’s Economics, un artículo de opinión en el que reflexionó sobre un ejercicio entre economistas de imaginar cómo serían en 2033 los libros de texto de Introducción a la Economía (Principle of Económicas textbooks). Mencionó que la mayoría ya aceptaba las perspectivas conductuales e institucionalistas y pensaba que los libros de texto tendrían cambios marginales. Consideró que la visión de sus colegas de que los libros de texto cambiarían poco descansaba en el supuesto de que no habría una revolución en el análisis económico, lo que calificó como un error puesto que desde la obra de J.M. Keynes no había ocurrido un cambio radical en la disciplina. A la economía ya le tocaba, así que los libros de texto de 2033 serían muy diferentes a los de 2013. Más que pronosticar contenidos específicos, especuló que los libros lucirían como wikis, y los profesores y estudiantes modificarían los textos y contribuían con contenidos basados en opiniones y experiencia de primera mano. Aunque los autores fungirían como guardianes (gatekeepers), no controlarían la tabla de contenidos y los libros de texto no serían la fuente única de sabiduría. El resultado parecería desordenado, pero la profesión sería más diversa y dinámica, con la consecuencia de que la economía de nuestros niños fuera más sana.
Es 2023 y es un buen momento para revisar cómo han cambiado las cosas. Primero veamos que ha pasado con la propuesta de North de sustituir el supuesto de racionalidad por una aproximación cognitiva/institucionalista. Relativo a la perspectiva cognitiva, David Kahneman ya había ganado el Premio Nobel de Economía en 2002 por sus contribuciones a la economía del comportamiento, y le siguieron Robert Shiller en 2013 y Richard Thaler en 2017. En cuanto al institucionalismo, Elinor Ostrom y Oliver Williamson ganaron dicho premio en 2009 y Daron Acemoglu, el sucesor de North como el principal referente de la nueva economía institucional, está en el cenit de su influencia. No obstante el éxito de los grandes autores, no parece que el supuesto de racionalidad esté siendo desplazado al grado de que su existencia se vea amanezada. Economistas que implícita o explícitamente asumen racionalidad en sus trabajos siguen ganando el Premio Nobel y, además, una revisión superficial de la literatura reciente mostraría que este supuesto sigue siendo ampliamente utilizado en trabajos teóricos y empíricos. Las críticas sobre el irrealismo del supuesto de racionalidad y sus desviaciones empíricas aparecen con cierta regularidad, pero su uso por economistas mayores y jóvenes sugiere que piensan que mantiene su capacidad de resolver problemas importantes y concretos. Pareciera que el supuesto de racionalidad y las perspectivas cognitivas e institucionales siguen integrándose.
No es evidente que esté ocurriendo la revolución del análisis económica que Eichengreen pronosticó para antes de 2033. El principio de racionalidad goza de buena salud y los libros de texto más utilizados de Introducción a la Economía no han cambiado sustancialmente, al igual que los libros intermedios y avanzados de Microeconomía, Macroeconomía, Econometría y otros campos disciplinares. Esto es verdadero tanto para los formatos como para los contenidos. En el caso de los formatos, las innovaciones más importantes consisten en acompañar a los libros físicos con características interactivas disponibles en páginas web o crear versiones digitales de dichos libros, así como más libros electrónicos gratuitos y de acceso abierto. Relativo a los contenidos, podría argumentar que los libros de texto más populares ahora son los mismos de hace 10 años y que sus contenidos han cambiado poco; sin embargo, prefiero identificar y analizar un caso que se aparte de la norma y que pudiera ser la semilla que germinará en la destrucción de la economía neoclásica.
Como Eichengreen lo vislumbró hace 10 años, hay una mayor demanda de diversidad dentro de la disciplina, con la consecuente aparición de peticiones e iniciativas para reformar currículos y libros de texto. En este sentido, CoreEcon publicó en 2016 "The Economy", un libro introductorio de acceso abierto que ha sido traducido a varios idiomas (aquí la versión en español: "La Economía"), luego siguió con la publicación de una versión 2.0 enfocada en la Microeconomía y en 2024 publicará la versión correpondiente sobre Macroeconomía. Aunque CoreEcon informa que "The Economy" se utiliza en varias instituciones y cursos, no cabe duda que le falta mucho para alcanzar el uso masivo que tienen los textos tradicionales.
Vinculados al entorno de CoreEcon, en 2022 Samuel Bowles y Simon D. Halliday publicaron "Microeconomics. Competition, Conflict, and Coordination", un libro de texto de nivel intermedio cuya versión básica electrónica es gratuita, además de que pueden comprarse las versiones física y digital interactiva. En cuanto a su contenido:
El libro comienza presentando el resultado de preguntar a los estudiantes cuáles son los problemas económicos más apremiantes de la actualidad, igual que en "The Economy" o "La Economía". La respuesta mayoritaria es la desigualdad, lo que marca el tono y la secuencia de los contenidos.
Debido a la preocupación por la desigualdad, Bowles y Halliday primero exponen problemas de coordinación e institucionales que pueden provocarla, los cuales analizan utilizando teoría de juegos. Posteriormente abordan la determinación de precios con base en la teoría de la oferta y la demanda. Este orden no es trivial ya que implica poner por delante el análisis institucional antes que el estudio de los mercados. Los libros tradicionales de Microeconomía inician exponiendo la oferta y la demanda, y varios capítulos después incorporan la teoría de juegos.
Los autores introducen el concepto de market equilibration (¿“equilibración de mercado”?) que definen como: “Under most conditions, how the rents are obtained will result in prices and quantities changing so that the market eventually equlibrates and clears” (itálicas en el original). La “equilibración” es el proceso de llegar a un equilibrio a partir de una situación de desequilibrio y puede tomar mucho tiempo. Este concepto hace pensar en el modelo de la telaraña y aparece en algunos trabajos de teoría de juegos, y también está asociado a la economía marxista (o marxiana), a la que Bowles ha contribuido, y no es ajeno a F.A. Hayek y la escuela austriaca. Parece la inclusión de economía heterodoxa más importante en el libro.
A lo largo del libro, los autores presentan las definiciones más importantes que, en su gran mayoría, son estándares. Esto parece cumplir la función de preservar los conceptos básicos compartidos que permiten a una comunidad científica comunicarse. Usando la terminología del filósofo de la ciencia Thomas Kuhn, los autores estarían evitando la “inconmensurabilidad” que surge cuando el cambio de un paradigma científico a otro que es incompatible provoca que sus respectivos partidarios hablen idiomas diferentes; es decir, que los mismos términos signifiquen cosas diferentes. En un post previo escribí sobre cómo la falta de conceptos comunes en otras ciencias sociales dificulta la acumulación de conocimiento.
El tiempo revelará si se está gestando una revolución o cambio de paradigma en la economía y que lugar ocupará el libro de Microeconomía intermedia de Bowles y Halliday. Por lo pronto, sus propósitos se entienden mejor si se considera la explicación que David Colander hace de la visión “postwalrasiana” en Post Walrasian Macroeconomics and IS/LM Analysis (aquí pdf)
The Post Walrasian framework is based on a fundamentally different vision of the economy than is the Walrasian (interpret: multiple market economy in which equilibrium is assured by a Walrasian auctioneer) framework. The Post Walrasian vision is of a functionally complex economy, by which I mean an economy that is assumed to have complex dynamics and multiple equilibria that are related to those complex dynamics. One of the implications of this assumption is that a unique rational expectation for individuals cannot be derived since such derivation is beyond the modeling capabilities of individuals.
In a functionally complex economy extra-market coordination mechanisms are necessary; some unspecified “market” cannot be assumed to fully coordinate individuals' actions. How is this extra-market coordination accomplished? In the Post Walrasian vision that coordination is accomplished via institutions that place constraints on individuals that limit their range of choice, thereby reducing the set of achievable equilibria. Given institutions, there may be a unique equilibrium, but that equilibrium can only be understood in reference to the institutions that play a central role in determining it. In order to have a full analytic model within the Post Walrasian vision, one must (1) model the institutions within which individuals interact; (2) explain how those institutions are compatible with the assumptions of individual rationality that one has made, and (3) explain how those institutions play a role in the determining the equilibrium of the economy.
Para Colander, los fundamentos de la perspectiva postwalrasiana yacen en que restricciones institucionales sistémicas evitan que los mercados de bienes se ajusten instantáneamente, sin que ello socave la integridad estructural de dichos mercados. Sostiene que estas restricciones estructurales no forman parte del análisis económico formal, aunque frecuentemente son tratadas informalmente.
Bowles y Halliday evitan mencionar a la perspectiva postwalrasiana en su libro. En sus escasas referencias a Léon Walras, señalan que él y Alfred Marshall son los fundadores de la “escuela neoclásica" de economía, la cual, nos informan, dominó en la mayoría de los países durante el Siglo XX. Walras desarrolló el análisis de equilibrio general y Mashall el de equilibrio parcial. Thomas Kuhn afirmó que aunque la obligación de preservar lo aprendido no desaparece, el cambio de un paradigma a otro dentro de una revolución científica luce más como una conversión religiosa que como una acción racional. Sí, hay casos en que el orden de presentación de los temas cambia y se incorporan conceptos novedosos, pero, al momento, parece que en la economía y sus libros de texto hay mucho de preservación racional y menos de conversión religiosa.
La idea de que la inflación es mayor cuando aumenta la oferta de dinero es una de las primeras observaciones empíricas en economía. Nicolás Copérnico (1473-1543) sería uno de los primeros en señalarla y le siguieron Martín de Azpilcueta (1492-1586) y Tomás de Mercado (ca. 1523-1575), integrantes de la Escuela de Salamanca, así como Juan Bodino (1530-1596), John Locke (1632-1704), David Hume (1711-1776), entre otros. Estos pensadores estuvieron preocupados por el efecto que tendría en Europa la llegada masiva de metales preciosos provenientes de las colonias americanas de España.
Ya en el Siglo XX, Irving Fisher (1867-1947), probablemente el primer economista que fue una celebridad, formalizó esta noción en la teoría cuantitativa del dinero a traves de su ecuación de intercambio [i.e. MV = SpQ o, en su versión transacciones (T) para incluir depósitos bancarios, MV + M'V' = SpQ = PT]. En 1956, Milton Friedman (1912-2006) publicaría su artículo "The Quantity Theory of Money: A Restatement", señalando que si la demanda de dinero es estable, entonces la oferta de dinero determina el nivel de precios.
En las décadas de 1940 y 1950, la inflación en
varios países de América Latina y otras regiones se había acelerado. Desde
1955, a fin de tener acceso a los recursos del Fondo Monetario Internacional (FMI)
y lograr estabilidad de precios y crecimiento, algunos gobiernos latinoamericanos instrumentaron políticas de estabilización consistentes en reducir el gasto público, restringir el dinero y el crédito, devaluar la moneda y liberalizar la economía. En este contexto surgió el "debate monetarismo-estructuralismo" en América Latina, en el que el monetarismo se manifestó en el paquete de
políticas del FMI y el estructuralismo se había desarrollado en la Comisión
Económica para América Latina (Cepal).
En 1956, en la conferencia El desarrollo
económico y la inflación en México y otros países latinoamericanos (aquí pdf), Juan F. Noyola (1922-1962)
señaló:
La inflación no es un fenómeno monetario. Es el
resultado de desequilibrios de carácter real que se manifiestan en forma de
aumentos del nivel general de precios. Este carácter real del proceso
inflacionario es mucho más perceptible en los países subdesarrollados que en
los países industriales.
No basta sin embargo decir que la inflación es un
fenómeno no resultante de desequilibrios reales en el sistema económico. Para
comprender ese fenómeno es preciso disponer de una teoría o de una serie de
categorías o herramientas teóricas. Pero el análisis de la inflación no puede
quedarse en la aplicación mecánica, de esas categorías, y sobre todo cuando se
trata de las que provienen de esquemas teóricos muy simplificados como el
keynesiano o el sueco que explica la inflación en términos de sobreinversión o
de un exceso de demanda sobre la oferta disponible ex-ante.
Hay sin duda otros enfoques más refinados que
arrojan mucha luz sobre la verdadera naturaleza de la inflación; entre éstos
cabe citar, como todos ustedes conocen, el análisis de Kalecki, que destaca la
importancia de la rigidez de la oferta y del girado del monopolio en el sistema
económico, y sobre todo planteamientos como el de Henri Aujac, que examina el
comportamiento de las diversas clases sociales y su capacidad de regateo. Este
último enfoque revela, con meridiana claridad, que la inflación no es sino un
aspecto particular del fenómeno mucho más general de la lucha de clases.
Pero ni siquiera estos planteamientos nos pueden
llevar muy lejos en la comprensión de los fenómenos inflacionarios en la
América Latina, si no se introducen en el análisis una serie de elementos
derivados de la observación de la estructura y del funcionamiento de la
economía de nuestros países. Al introducir tales elementos, se llega a la
conclusión inevitable de que la inflación es en cada país latinoamericano un
problema específico y distinto, aun cuando puedan encontrarse una serie de
rasgos comunes entre todos ellos. ¿Cuáles son los
elementos que deben introducirse en el
análisis? En rigor, todos los que sean capaces de dar origen a desequilibrios
en el sistema económico. Entre ellos existen elementos de carácter estructural,
como la distribución de la población por ocupaciones y las
diferencias de productividad entre los
diversos sectores de la economía.
Existen también elementos
de carácter dinámico, tales como las
diferencias del ritmo de
crecimiento entre la economía
y su conjunto y algunos
sectores específicos: las exportaciones,
la producción agrícola, etcétera.
Existen, por último,
elementos de carácter institucional sea en
la organización productiva del sector privado,
grado de monopolio, métodos de fijación de los precios, grado de
organización sindical; sea en la organización y el funcionamiento del Estado y
en el grado y orientación de su intervención en la vida económica.
Para Noyola, funcionario de la Cepal y uno de los
fundadores de la teoría estructuralista de la inflación, entre los
desequilibrios reales causantes de inflación se encuentran rigideces de
oferta, poder monopólico, lucha de clases (empresarios versus trabajadores), distribución de la población por ocupaciones, diferencias
de productividad entre sectores económicos, diferencias de
creciminto entre sectores y otros factores institucionales de la economía de un
país. Para Noyola, la inflación en cada país de América Latina era un
problema específico y distinto.
En 1963, Milton Friedman en su
conferencia Inflation: Causes and Consequences. First Lecture (pdf) presentaría su famosa frase de que
"la inflación es siempre y en todo lugar un fenomeno monetario".
Friedman, quien era el principal referente intelectual del monetarismo y acababa de alcanzar el estatus de celebridad que alguna vez tuvo Irving Fisher, prácticamente inició su conferencia con una definición de inflación:
By inflation, I shall mean a steady and sustained rise in prices. In this
lecture, I shall deal primarily with open inflation, which is to say, an
inflationary process in which prices are permitted to rise without being
suppressed by Government price controls or similar techniques. […]
Esta definición de inflación de Friedman no
contradice la noción de Noyola de "aumentos del nivel general de
precios". Después de comparar experiencias inflacionarias en la India
en la década de 1950 y de Estados Unidos durante la Guerra Civil, entre otros casos, concluyó su
conferencia:
I have covered quite a lot of ground in this
talk. The main points can, however, be summarised in a few brief propositions:
(1) Inflation is always and everywhere a monetary
phenomenon.
(2) Inflation is not inevitable in the course of
development.
(3) Inflation is not likely under current
conditions to promote development, unless it accelerates, in which case it can
be only a temporary panacea.
(4) As a tax on cash balances, inflation may be less bad than some other
alternatives on some occasions, but it has very undesirable side effects.
Para Friedman, las fuentes de la expansión
monetaria pueden ser muy diferentes en cada caso, pero imprimir dinero siempre
provocará inflación sin importar las circunstancias, niveles de desarrollo y
diseños institucionales. Pocos años después, en 1970, Friedman insistiría
y elaboraría esta idea en su conferencia The Counter-Revolution in Monetary
Theory (pdf):
7. In the short run, which may be as much as five
or ten years, monetary changes affect primarily output. Over decades, on the
other hand, the rate of monetary growth affects primarily prices. What happens
to output depends on real factors: the enterprise, ingenuity and industry of
the people; the extent of thrift; the structure of industry and government; the
relations among nations, and so on.
8. It follows from the propositions I have so far
stated that inflation is always and everywhere a monetary phenomenon in the
sense that it is and can be produced only by a more rapid increase in the
quantity of money than in output. However, there are many different possible
reasons for monetary growth, including gold discoveries, financing of
government spending, and financing of private spending.
9. Government spending may or may not be
inflationary. It clearly will be inflationary if it is financed by creating
money, that is, by printing currency or creating bank deposits. If it is
financed by taxes or by borrowing from the public, the main effect is that the
government spends the funds instead of the taxpayer or instead of the lender or
instead of the person who would otherwise have borrowed the funds. Fiscal
policy is extremely important in determining what fraction of total national
income is spent by government and who bears the burden of that expenditure. By
itself, it is not important for inflation. [...]
Friedman concede que en el corto plazo influyen
en la inflación factores reales, pero en el largo plazo la inflación es siempre
causada por un incremenento del circulante por arriba del producto. La política fiscal es inflacionaria cuando el gasto es financiado
con creación de dinero.
En las décadas de 1970 y 1980, la inflación elevada había regresado a América Latina y con ella, nuevas políticas de estabilización auspiciadas por el FMI. En su "Letter to Another Brazilian Finance
Minister" de 1993, Thomas Sargent escribió:
Persistent high inflation is always and everywhere a fiscal phenomenon, in
which the central bank is a monetary accomplice. A government
administering a fiat paper currency has a intertemporal budget constraint that
forces its central bank and fiscal authorities to cooperate, sooner and later,
somehow. Persistent inflation is caused by a coordinated monetary and fiscal
regime that calls for the central bank persistently to print currency to supply
the fiscal authority with revenues via an implicit “inflation tax.” A central
bank cannot by itself stop an ongoing inflation against the will of a fiscal
policy authority determined to run persistent budget deficits, Indeed, a
central bank determined to “go it alone” and to fight inflation with tight
money in the face of persistent deficits can achieve only temporary gains in
the battle against inflation, and at the cost of making inflation worse in the
future. This outcome results because, in the face of persistent deficits, a
central bank can achieve go-it-lone tight money only by forcing the fiscal
authority to issue increasing amounts of interest-bearing debt: without an
enduring fiscal adjustment, the monetary authority will eventually be forced to
generate more inflation and to raise the inflation tax. This arithmetic is
unpleasant, but it is also true.
Sargent elaboró sobre Friedman luego
de haber analizado durante años la inflación en varios países de América
Latina. La inflación alta y persistente, que se manifiesta en el largo plazo,
requiere la coordinación de las autoridades fiscal y monetaria: la
primera incurre en déficits fiscales y la segunda colabora imprimiendo dinero
para pagar los deficits. Un banco central que decide luchar contra la
inflación, pero sin el compromiso permanente de ajuste fiscal, será inefectivo
en el largo plazo.
Abusando un poco: si analizamos las causas por las que un gobierno aumenta el gasto público sin preocuparse por controlar el déficit y un banco
central termina monetiozando el gasto, parece que el siguiente paso es sostener que
la inflación alta y persistente es siempre y en todo lugar un fenómeno
político.
Hace muchos años, al ingresar a la licenciatura en economía recibí un ejemplar de la “Homilía para futuros de economistas” del economista mexicano Jesús Silva Herzog (1892-1985), que al parecer fue publicada por primera vez en 1956 (texto aquí). En este ensayo, Silva Herzog ofreció su versión acerca de los conocimientos que debe adquirir los economistas y sobre las funciones que deben desempeñar en la sociedad. Luego de recordar la célebre frase de John Maynard Keynes (1883-1946) de que “la Economía es una materia fácil en la que son muy pocos los que logran destacar”, Silva Herzog escribió:
J. A. Schumpeter, en su obra póstuma titulada Historia del Análisis Económico, escribe que las herramientas del economista son la teoría económica, la historia económica, la sociología económica y la estadística. A mi entender hay que agregar la geografía, en primer lugar; y, en segundo, una cierta dosis de matemáticas y a guisa de complemento el resto de las ciencias sociales. Finalmente, no dañaría al economista adquirir algunos conocimientos generales sobre biología. Se dirá que estoy pidiendo demasiado y esto tal vez es verdad. Estoy pidiendo demasiado porque pienso en la responsabilidad del economista en la hora aciaga que estamos viviendo; porque conozco las posibilidades del economista de cuerpo entero para contribuir a superar la profunda crisis en que impotente se agita el hombre contemporáneo.
Pero no basta ser ilustrado para ser útil a la humanidad en general y en particular al grupo social en que se ejerce alguna acción rectora: es menester vivir preocupado por el grupo social y por la humanidad, por sus problemas vitales y por sus anhelos de superación. El que sólo sabe, no sabe para qué sirve lo que sabe, si no sabe sentir las palpitaciones del mundo circundante. Lo que me importa afirmar es que el economista sin preocupaciones sociales, sin un sentido social de la Economía, es un mutilado que se mueve en ámbito estrecho, sin alas en el pensamiento y sin capacidad constructiva y creadora. Es claro que no todos los economistas ni los aspirantes a economistas, tienen igual capacidad intelectual. Unos son o podrán llegar a ser buenos artesanos de la Economía, útiles como los peones en el juego de ajedrez; otros alcanzan o alcanzarán la categoría de técnicos distinguidos, aptos para manejar con seguridad y soltura la variada herramienta, y sólo unos pocos, ciertamente muy pocos, merecerán la honrosa designación de hombres de ciencia. Y el auténtico hombre de ciencia es aquel que vive poseso de un amor apasionado por la verdad y un hondo interés desinteresado por la suerte del género humano. Por eso todo hombre de ciencia verdadero es humanista y todo verdadero humanista es hombre de ciencia. El estrecho maridaje de las humanidades con la ciencia es la fórmula suprema de la cultura.
Inmediatamente, Silva Herzog trató el tema de la
especialización que deben tener los economistas:
No se me oculta
la dificultad de que un economista abarque con amplitud y profundidad todos los
campos de la Economía, por lo cual no puedo negar la necesidad de la
especialización; más ésta, obviamente, debe ser posterior a los conocimientos
generales a que arriba se hizo referencia. No se puede ser oftalmólogo sin
conocer la anatomía y la fisiología del ojo, ni ingeniero especializado en la
construcción de puentes sin saber matemáticas. Ya lo he dicho otras veces y me
gusta repetirlo: no hay que ver el paisaje por una estrecha claraboya, porque
será fragmentario y engañoso, sino por amplios ventanales abiertos a todos los
rumbos.
Es noción
elemental que no puede siquiera concebirse al especialista en moneda, comercio
exterior, economía industrial o hacienda pública, sin una sólida base teórica,
sin tener muy presente el espacio geográfico y sin contacto estrecho con la
realidad del momento histórico.
Para Silva Herzog la especialización
era ineludible, pero, en tanto la importante responsabilidad de los economistas para
superar los problemas sociales, no debía estrechar sus miras. En otras
disciplinas la especialización era permisible, pero en la economía no.
"Friedrich August von Hayek" (1982) por Rodrigo Moynihan (1910-1990).
Crédito de la fotografía: National Portrait Gallery, London.
También
en 1956, el economista austriaco (y de la escuela austriaca) F. A. Hayek (1899-1992), en
“The Dilemma of Specialization”, se expresó en términos similares sobre que los grandes economistas necesitan más que conocimientos económicos:
It
may well be that the chemist or physiologist is right when he decides that he
will become a better chemist or physiologist if he concentrates on his subject
at the expense of his general education. But in the study of society exclusive
concentration on a speciality has a peculiarly baneful effect: it will not
merely prevent us from being attractive company or good citizens but may impair
our competence in our proper field—or at least for some of the most important
tasks we have to perform. The physicist who is only a physicist can still be a
first class physicist and a most valuable member of society. But nobody can be
a great economist who is only an economist—and I am even tempted to add that
the economist who is only an economist is likely to become a nuisance if not a
positive danger.
Entre los economistas, los beneficios de la
especialización han tenido mucha atención desde los inicios de la disciplina.
Adam Smith (1723-1790) apuntó que la división internacional del trabajo genera ganancias de
especialización que, a su vez, profundizan la división del trabajo. Un círculo
virtuoso hace que individuos, empresas y naciones exitosos lo sean cada vez
más. No obstante, Silva Herzog y Hayek manifestaron su
desacuerdo con la excesiva especialización dentro de la profesión debido al peculiar papel que asignaron a los
economistas en la sociedad.
Nota: En un post anterior me pregunté "Homilia para futuros economistas" fue publicada por primera vez en 1961, pero, al parecer, fue en 1956.
1. Sin novedad en el frente (Alemania y Estados Unidos, 2022), de Edward Berger.
2. Drive My Car (Japón, 2021), de Ryûsuke Hamaguchi.
3. Argentina, 1985 (Argentina y Estados Unidos, 2022), de Santiago Mitre.
4. Top Gun: Maverick (Estados Unidos, 2022), de Joseph Kosinski.
5. Pinocho de Guillermo del Toro (Estados Unidos y México, 2022), de Guillermo del Toro y Mark Gustafson.
6. El callejón de las almas perdidas (Estados Unidos, 2021), de Guillermo del Toro.
7. The Batman (Estados Unidos, 2022), de Matt Reeves
Mi lista de 2021, la cual conduce a listas de años previos (desde 2011). Defino una "película del año t" como una película estrenada comercialmente en México en salas de cine o plataformas de Internet, o presentada en salas de cines en alguna muestra o foro, en el año t.
And if there's a thing we're learned about flawed markets, it's that people flee from them, either phisycally or by restoring back channels or black markets. Either way, flawed markets can undermine not just communities but whole nations. The Berlin Wall was a monument to that fact.
Lo anterior lo resumiría así: si quieres conocer una sociedad, observa sus mercados.
Los conceptos de transacciones "repugnantes" y "protegidas" pueden servir para ilustrar esta idea. De acuerdo con Roth, en una transacción repugnante algunas personas quieren participar, pero otras la objetan a pesar de que dicha transacción no las afectan directamente. Por ejemplo, el consumo de carne de caballo en California, Estados Unidos, o el intercambio de órganos humanos. Otro ejemplo que se me ocurre es la prohibición de hace muchos años de prestar dinero a cambio de pagar un interés o, más recientemente, contratar seguros. En cambio, en una transacción protegida muchas personas están dispuestas a promoverla o a proteger el derecho de otros a participar en ella, incluso aunque no les interesa tomar parte. Los pequeños negocios entran en esta categoría cuando los contribuyentes están dispuestos a subsidiarlos a fin de que no desaparezcan ante la competencia de grandes empresas. El activismo que realizan algunas personas o grupos para evitar que algunas transacciones sean prohibidas, como el consumo de algunas drogas, también podrían entrar en esta categoría.
A través de las transacciones repugnantes y protegidas, los mercados revelan los valores, creencias y deseos de las personas que pertenecen a una comunidad. La condición de repugnancia de las transacciones cambian de acuerdo al lugar, poniendo de manifiesto cómo las sociedades varían entre sí. La repugnancia puede mantenerse durante mucho tiempo y, de repente, desaparecer, evidenciando que las sociedades se transforman.
Justo a 10 años del fallecimiento de Elinor
Ostrom (7 de agosto de 1933-12 de junio de 2012), la primera mujer galardonada
con el Premio Nobel de Economía, vale la pena recordar que nunca obtuvo un
doctorado en Economía, aunque alguna vez lo intentó. Ella llegó a contar que al buscar ser admitida en el doctorado (Ph.D.) del Departamento de Economía de la Universidad de California en Los
Ángeles (UCLA), fue desalentada puesto
que no había tomado suficientes cursos de matemáticas. Como una mujer, previamente
la habían aconsejado a no tomar cursos más allá de álgebra y geometría en el
bachillerato (high school). El Departamento de Ciencias Políticas de UCLA
también tuvo sus reservas en admitir a una mujer a su programa de doctorado,
pero finalmente le dieron una oportunidad. Como sea, Ostrom no necesitó un
doctorado en Economía para hacer contribuciones importantes no únicamente a la
disciplina económica, sino a otras ciencias sociales.
Para describir algunas de sus contribuciones
más relevantes, me enfocaré en su libro más famoso: El gobierno de los bienes comunes. La evolución de las instituciones de acción colectiva. Aquí,
a un nivel particular, la contribución de Ostrom puede entenderse como una investigación
que llevó a una mejor comprensión de los problemas que entrañan el manejo y la
conservación de los recursos naturales. Ella se concentró en un tipo específico
de recursos naturales: los de uso común o colectivo, los cuales se caracterizan
por ser escasos, su utilización por un individuo excluye a los demás de su
aprovechamiento y es complicado establecer derechos de propiedad individual
bien definidos. Los bosques, lagos y praderas de los cuales leñadores,
pescadores o granjeros obtiene beneficios individuales son ejemplos de bienes
comunes susceptibles de ser explotados en exceso.
Previo al trabajo de Ostrom, el biólogo Garrett Hardin había concluido que las iniciativas colectivas por racionalizar los
recursos naturales de uso común tendrían como único resultado su uso irracional;
es decir, serían sobreexplotados. Teóricamente, la conclusión de que los
usuarios de recursos de uso común tienen incentivos privados insuperables para
actuar en detrimento de los intereses colectivos se basaba en la tragedia de
los bienes comunes, el juego del dilema del prisionero y la lógica de la acción
colectiva. Derivado de ello, la mayoría de los analistas coincidían
en que el único camino era centralizar la propiedad de los recursos naturales,
pero con recomendaciones en sentidos opuestos. En uno, se proponía estatizar de
tal manera que los gobiernos se encargaran de controlar los recursos
naturales. En el otro, se sugería privatizarlos estableciendo derechos de
propiedad bien definidos. Ostrom, cuestionando el énfasis puesto en la
propiedad de los recursos naturales, planteó otra opción consistente en que los
involucrados retuvieran los recursos y, de manera cooperativa, establecieran su
propio sistema de gobierno sobre ellos. Es decir, establecer instituciones de
acción cooperativa.
Vale la pena explicar la metodología de
Ostrom, ya que es poco común a la que predomina en las investigaciones
económicas. Consistió, primero, en estudiar detalladamente un conjunto amplio
de casos (tanto de éxitos como de fracasos) de gestión de diversos recursos naturales
de uso común; luego, en hacer inferencias que se pudieran aplicar a la
generalidad y, finalmente, en plantear una teoría de las acciones colectivas. Con
base en lo anterior, Ostrom identificó el principal problema de las estatizaciones
y privatizaciones fallidas: condiciones imposibles de cumplir en la práctica. Por
una parte, las estatizaciones ideales requieren que la autoridad tenga suficiente
información sobre las condiciones del recurso natural y el comportamiento de
los usuarios, a fin de supervisar y sancionar correctamente. Por la otra, las
privatizaciones ideales parten del supuesto de que establecer derechos de
propiedad por sí mismo es suficiente para asegurar la buena administración de
los recursos, sin considerar que en muchos casos la forma de establecerlos no
es obvia ni trivial. Por ejemplo, ¿tiene sentido fraccionar un lago?
Cuando estudio los casos en los que los
recursos naturales declinaron a pesar de que estuvieron involucradas instituciones
de acción colectiva, Ostrom encontró la clave de los sistemas exitosos de gestión
de los recursos de uso común: la participación de los involucrados, la cual
favorece establecer reglas y normas duraderas que faciliten la supervisión y
resolución de conflictos. Así, mediante el análisis comparativo entre los casos
fallidos y los exitosos, Ostrom abrió la discusión sobre otras opciones
institucionales, en las que los usuarios establecen contratos o reglas del
juego que favorecen la cooperación para el uso racional y sustentable de los
recursos.
Me gustaría replantear estas
contribuciones de Ostrom a un nivel más general: logró una mejor comprensión de
las características que deben tener las instituciones que favorecen la
cooperación entre individuos para lograr mejores resultados económicos y, al hacerlo,
proporcionó elementos teóricos y empíricos para ampliar el conjunto de
soluciones factibles a los problemas de manejo de recursos. Lejos de creer que
las instituciones de acción colectiva constituían una panacea, Ostrom documentó
casos en los que estatizaciones y privatizaciones han dado buenos resultados.
Incluso, afirmó que muchos de los casos de éxito resultaron de mezclar
soluciones públicas y privadas. Una enseñanza que Ostrom nos legó es que, ante una realidad compleja, haríamos muy bien en renunciar a soluciones
únicas o universales, de tal manera que admitamos que cada situación impone
retos propios y que las opciones de solución puedan darse en varias
direcciones.
***
Hay personas y temas a los que uno regresa de vez en cuando. Otros posts sobre Elinor
Ostrom en este blog pueden leerse aquí y acá. En este post retomé ideas de una reseña de El gobierno de los bienes comunes que publiqué hace varios años en la desaparecida revista Punto de Acuerdo.