En un post de 2013 escribí sobre la crítica que Douglass North hizo a la llamada teoría economía neoclásica en su Nobel Lecture de 1993. El entonces principal exponente de la nueva economía institucional diagnosticó que la teoría neoclásica era inapropiada para analizar y prescribir políticas que fomentaran el desarrollo debido al supuesto de racionalidad, el cual debía desmantelarse. En sustitución, propuso adoptar una aproximación cognitiva/institucional.
Considerando que North ganó el Premio Nobel en 1993, planteé si 20 años después el análisis económico había cambiado en la dirección que le hubiera gustado. Consideré que en ese entonces era difícil que economistas de la “perspectiva dominante (neoclásica/neokeynesiana)” no estuvieran de acuerdo con la importancia de las reglas del juego para explicar el desempeño económico y que, sin duda, la economía del comportamiento (behavioral economics) estaba ganando adeptos. Probablemente estaba ocurriendo una integración entre estas perspectivas.
Ese año, Barry Eichengreen escribió Our Children’s Economics, un artículo de opinión en el que reflexionó sobre un ejercicio entre economistas de imaginar cómo serían en 2033 los libros de texto de Introducción a la Economía (Principle of Económicas textbooks). Mencionó que la mayoría ya aceptaba las perspectivas conductuales e institucionalistas y pensaba que los libros de texto tendrían cambios marginales. Consideró que la visión de sus colegas de que los libros de texto cambiarían poco descansaba en el supuesto de que no habría una revolución en el análisis económico, lo que calificó como un error puesto que desde la obra de J.M. Keynes no había ocurrido un cambio radical en la disciplina. A la economía ya le tocaba, así que los libros de texto de 2033 serían muy diferentes a los de 2013. Más que pronosticar contenidos específicos, especuló que los libros lucirían como wikis, y los profesores y estudiantes modificarían los textos y contribuían con contenidos basados en opiniones y experiencia de primera mano. Aunque los autores fungirían como guardianes (gatekeepers), no controlarían la tabla de contenidos y los libros de texto no serían la fuente única de sabiduría. El resultado parecería desordenado, pero la profesión sería más diversa y dinámica, con la consecuencia de que la economía de nuestros niños fuera más sana.
Es 2023 y es un buen momento para revisar cómo han cambiado las cosas. Primero veamos que ha pasado con la propuesta de North de sustituir el supuesto de racionalidad por una aproximación cognitiva/institucionalista. Relativo a la perspectiva cognitiva, David Kahneman ya había ganado el Premio Nobel de Economía en 2002 por sus contribuciones a la economía del comportamiento, y le siguieron Robert Shiller en 2013 y Richard Thaler en 2017. En cuanto al institucionalismo, Elinor Ostrom y Oliver Williamson ganaron dicho premio en 2009 y Daron Acemoglu, el sucesor de North como el principal referente de la nueva economía institucional, está en el cenit de su influencia. No obstante el éxito de los grandes autores, no parece que el supuesto de racionalidad esté siendo desplazado al grado de que su existencia se vea amanezada. Economistas que implícita o explícitamente asumen racionalidad en sus trabajos siguen ganando el Premio Nobel y, además, una revisión superficial de la literatura reciente mostraría que este supuesto sigue siendo ampliamente utilizado en trabajos teóricos y empíricos. Las críticas sobre el irrealismo del supuesto de racionalidad y sus desviaciones empíricas aparecen con cierta regularidad, pero su uso por economistas mayores y jóvenes sugiere que piensan que mantiene su capacidad de resolver problemas importantes y concretos. Pareciera que el supuesto de racionalidad y las perspectivas cognitivas e institucionales siguen integrándose.
No es evidente que esté ocurriendo la revolución del análisis económica que Eichengreen pronosticó para antes de 2033. El principio de racionalidad goza de buena salud y los libros de texto más utilizados de Introducción a la Economía no han cambiado sustancialmente, al igual que los libros intermedios y avanzados de Microeconomía, Macroeconomía, Econometría y otros campos disciplinares. Esto es verdadero tanto para los formatos como para los contenidos. En el caso de los formatos, las innovaciones más importantes consisten en acompañar a los libros físicos con características interactivas disponibles en páginas web o crear versiones digitales de dichos libros, así como más libros electrónicos gratuitos y de acceso abierto. Relativo a los contenidos, podría argumentar que los libros de texto más populares ahora son los mismos de hace 10 años y que sus contenidos han cambiado poco; sin embargo, prefiero identificar y analizar un caso que se aparte de la norma y que pudiera ser la semilla que germinará en la destrucción de la economía neoclásica.
Como Eichengreen lo vislumbró hace 10 años, hay una mayor demanda de diversidad dentro de la disciplina, con la consecuente aparición de peticiones e iniciativas para reformar currículos y libros de texto. En este sentido, CoreEcon publicó en 2016 "The Economy", un libro introductorio de acceso abierto que ha sido traducido a varios idiomas (aquí la versión en español: "La Economía"), luego siguió con la publicación de una versión 2.0 enfocada en la Microeconomía y en 2024 publicará la versión correpondiente sobre Macroeconomía. Aunque CoreEcon informa que "The Economy" se utiliza en varias instituciones y cursos, no cabe duda que le falta mucho para alcanzar el uso masivo que tienen los textos tradicionales.
Vinculados al entorno de CoreEcon, en 2022 Samuel Bowles y Simon D. Halliday publicaron "Microeconomics. Competition, Conflict, and Coordination", un libro de texto de nivel intermedio cuya versión básica electrónica es gratuita, además de que pueden comprarse las versiones física y digital interactiva. En cuanto a su contenido:
- El libro comienza presentando el resultado de preguntar a los estudiantes cuáles son los problemas económicos más apremiantes de la actualidad, igual que en "The Economy" o "La Economía". La respuesta mayoritaria es la desigualdad, lo que marca el tono y la secuencia de los contenidos.
- Debido a la preocupación por la desigualdad, Bowles y Halliday primero exponen problemas de coordinación e institucionales que pueden provocarla, los cuales analizan utilizando teoría de juegos. Posteriormente abordan la determinación de precios con base en la teoría de la oferta y la demanda. Este orden no es trivial ya que implica poner por delante el análisis institucional antes que el estudio de los mercados. Los libros tradicionales de Microeconomía inician exponiendo la oferta y la demanda, y varios capítulos después incorporan la teoría de juegos.
- Los autores introducen el concepto de market equilibration (¿“equilibración de mercado”?) que definen como: “Under most conditions, how the rents are obtained will result in prices and quantities changing so that the market eventually equlibrates and clears” (itálicas en el original). La “equilibración” es el proceso de llegar a un equilibrio a partir de una situación de desequilibrio y puede tomar mucho tiempo. Este concepto hace pensar en el modelo de la telaraña y aparece en algunos trabajos de teoría de juegos, y también está asociado a la economía marxista (o marxiana), a la que Bowles ha contribuido, y no es ajeno a F.A. Hayek y la escuela austriaca. Parece la inclusión de economía heterodoxa más importante en el libro.
- A lo largo del libro, los autores presentan las definiciones más importantes que, en su gran mayoría, son estándares. Esto parece cumplir la función de preservar los conceptos básicos compartidos que permiten a una comunidad científica comunicarse. Usando la terminología del filósofo de la ciencia Thomas Kuhn, los autores estarían evitando la “inconmensurabilidad” que surge cuando el cambio de un paradigma científico a otro que es incompatible provoca que sus respectivos partidarios hablen idiomas diferentes; es decir, que los mismos términos signifiquen cosas diferentes. En un post previo escribí sobre cómo la falta de conceptos comunes en otras ciencias sociales dificulta la acumulación de conocimiento.
El tiempo revelará si se está gestando una revolución o cambio de paradigma en la economía y que lugar ocupará el libro de Microeconomía intermedia de Bowles y Halliday. Por lo pronto, sus propósitos se entienden mejor si se considera la explicación que David Colander hace de la visión “postwalrasiana” en Post Walrasian Macroeconomics and IS/LM Analysis (aquí pdf)
The Post Walrasian framework is based on a fundamentally different vision of the economy than is the Walrasian (interpret: multiple market economy in which equilibrium is assured by a Walrasian auctioneer) framework. The Post Walrasian vision is of a functionally complex economy, by which I mean an economy that is assumed to have complex dynamics and multiple equilibria that are related to those complex dynamics. One of the implications of this assumption is that a unique rational expectation for individuals cannot be derived since such derivation is beyond the modeling capabilities of individuals.
In a functionally complex economy extra-market coordination mechanisms are necessary; some unspecified “market” cannot be assumed to fully coordinate individuals' actions. How is this extra-market coordination accomplished? In the Post Walrasian vision that coordination is accomplished via institutions that place constraints on individuals that limit their range of choice, thereby reducing the set of achievable equilibria. Given institutions, there may be a unique equilibrium, but that equilibrium can only be understood in reference to the institutions that play a central role in determining it. In order to have a full analytic model within the Post Walrasian vision, one must (1) model the institutions within which individuals interact; (2) explain how those institutions are compatible with the assumptions of individual rationality that one has made, and (3) explain how those institutions play a role in the determining the equilibrium of the economy.
Para Colander, los fundamentos de la perspectiva postwalrasiana yacen en que restricciones institucionales sistémicas evitan que los mercados de bienes se ajusten instantáneamente, sin que ello socave la integridad estructural de dichos mercados. Sostiene que estas restricciones estructurales no forman parte del análisis económico formal, aunque frecuentemente son tratadas informalmente.
Bowles y Halliday evitan mencionar a la perspectiva postwalrasiana en su libro. En sus escasas referencias a Léon Walras, señalan que él y Alfred Marshall son los fundadores de la “escuela neoclásica" de economía, la cual, nos informan, dominó en la mayoría de los países durante el Siglo XX. Walras desarrolló el análisis de equilibrio general y Mashall el de equilibrio parcial. Thomas Kuhn afirmó que aunque la obligación de preservar lo aprendido no desaparece, el cambio de un paradigma a otro dentro de una revolución científica luce más como una conversión religiosa que como una acción racional. Sí, hay casos en que el orden de presentación de los temas cambia y se incorporan conceptos novedosos, pero, al momento, parece que en la economía y sus libros de texto hay mucho de preservación racional y menos de conversión religiosa.
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